21 Apr El día que el Papa Francisco regañó a los obispos mexicanos
La primera y única visita que el papa Francisco realizó a México, en febrero de 2016, estuvo marcada por un severo regaño a los obispos mexicanos, a quienes les reprochó su vida de “príncipes”, su temor a la transparencia y sus pleitos internos por “vanos proyectos de carrera”.
“Si tienen que pelearse, peléense; si tienen que decirse cosas, díganselas; pero como hombres, en la cara, y como hombres de Dios que después van a rezar juntos”, exclamó el pontífice, quien no ocultó su malestar por las envidias y desunión al interior de la jerarquía católica mexicana.
Aquella cita fue el sábado 13 de febrero de 2016, durante una nublada tarde en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. El anfitrión fue el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, quien se encontraba en la recta final de su larga gestión (22 años) al frente de uno de los principales cargos en la Iglesia católica.
“¡Y si se pasaron de la raya, a pedirse perdón! Pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal. Comunión y unidad entre ustedes. La comunión es la forma vital de la Iglesia y la unidad de sus Pastores da prueba de su veracidad”, remarcó el papa, quien estaba enterado de la cercanía que buena parte de los obispos mexicanos tienen con las élites política y económica del país.
“No se necesitan ‘príncipes’, sino una comunidad de testigos del Señor”, exclamó el papa Bergoglio, al criticar la vida de lujos y privilegios que llevan los obispos y arzobispos del país, con poco contacto con la feligresía y poco trabajo de campo en las comunidades más marginadas.
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Ante las resistencias de la jerarquía católica a abrirse al escrutinio público y a la rendición de cuentas, el pontífice pidió a sus oyentes mexicanos “ser obispos de mirada limpia, de alma trasparente, de rostro luminoso. No le tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar”.
Para aquellos obispos y arzobispos que piensan más en sus proyectos personales que en los de la Iglesia, Francisco les envió las siguientes palabras: “No pierdan tiempo y energías en las cosas secundarias, en las habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes de hegemonía, en los infecundos clubs de intereses o de consorterías. No se dejen arrastrar por las murmuraciones y las maledicencias”.
Respecto al fenómeno de la violencia asociada al crimen organizado, el líder católico pidió a los obispos mexicanos “no minusvalorar el desafío ético y anticívico que el narcotráfico representa para la juventud y para la entera sociedad mexicana”.
Agregó: “La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, como metástasis que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético y un serio y calificado proyecto pastoral”.
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Finalmente, sobre temas de actualidad como tecnología, redes sociales, inteligencia artificial y diversidad sexual, el papa Francisco llamó a los obispos a no caer en la paralización de dar viejas respuestas a las nuevas demandas.
“¡Ay de ustedes si se duermen en sus laureles!”, les advirtió Francisco, al llamarlos a superar la tentación de la distancia, del clericalismo, de la frialdad, de la indiferencia, del comportamiento triunfal y de la autoreferencialidad.
A aquella reunión con el papa Francisco acudieron, además del cardenal Rivera, otras figuras como Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey; Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo de Puebla; Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, y José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara. Estos dos últimos están facultados para participar en el cónclave para elegir al nuevo Papa, luego del fallecimiento de Francisco.
-Con información de Diario de Querétaro
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