02 Mar Félix Salgado Macedonio y Yo
Y es que esto no se trata mi.
Se trata de todas.
Escribir esto me requirió tomar mucho aire y valor. Soy una mujer que puede empatizar con otra, que puede y que sabe entender el horror de otra mujer vivido desde la violencia infligida por otro hombre.
Era yo una niña aún cuando no entendía qué era la violencia y sin embargo la vivía en casa. Diariamente mi padre le hacía un comentario agresivo a mi madre, “mírate como te ves”, “eres una fodonga, no sirves para nada”, esa niña que vivía en mí no entendía que esa era violencia psicológica y verbal. Después el otro tipo de violencia, la violencia económica: “No te voy a dar un peso más, ¿Cuánto gastaste?, Ah, otra vez ahí vas a pedirme dinero “prestado” ¿Cuándo me pagas lo que te dí?”. Mi madre no decía absolutamente nada, porque en aquel entonces no se debía de decir nada. Porque también mi padre llegaba a ser violento psicológicamente conmigo y con mi hermana, porque así lo amaba, porque asumía que así debían de ser las cosas; para mí todo esto era “normal”. Igualmente siendo niña viví abuso por parte de un familiar, nadie nunca supo, nunca pude hablarlo, no debía, no podía, nadie me creería, porque no entendía qué era lo que exactamente habían hecho conmigo, porque para mi la violencia eran golpes y nada más, no entendí hasta después de muchos años, que existían miles de tipos de violencia.
Al ir madurando empecé a entender la cantidad de agresiones que había aguantado mi mamá, la cantidad de agresión que había aguantado yo también, y pude perdonarme y perdonar. Irlo trabajando, para desatorarlo de mi alma y de mis recuerdos y tratar de entender que ese hombre que violenta es un hombre que sufre, pero no por ello pretendería exculparlo de su responsabilidad por agredir a otra mujer.
Y otra historia más que por respeto a la privacidad de quien la vivió no puedo comentar, pero era una niña de 5 años, abusada por un niño de 7 años, con tocamientos y besos.
Me pregunto ahora al recorrer todas estas imágenes que atraviesan mi mente y mi corazón y que me provocan un nudo en la garganta, ¿Porqué los hombres hacen eso y porqué en un país como el nuestro las mujeres no estamos protegidas?
¿Qué lleva a un hombre violento ser protegido por otro?.
No, Félix, no te conozco, y sin embargo no puedo decir que no me hiciste nada. Lo que le hiciste a otras, me lo hiciste a mi, lo que le hicieron a esta niña de apenas 5 años, también me lo hicieron a mi, lo que le han hecho a todas, es mi dolor también.
Todavía no se cómo duermes tranquilo sabiendo que abusaste de una mujer. ¿Quién te hizo tanto daño Félix? ¿Qué mujer te despreció y te ignoró cuando eras niño? ¿Cómo es que ahora quieres ser Gobernador de un estado tan hermoso, cayendo sobre ti esto? ¿Cómo es que puedes aceptar que se te proteja, vivir del solapamiento y del paternalismo del Presidente?
Señor Presidente ¿Cómo puede dormir tranquilo usted también? no puedo imaginar ponerme en sus zapatos y tener en mi vida a un amigo que es un violador. Porque yo le creo a la mujer que denunció, porque le creí a aquella niña que a los 12 me contó que a sus 5 años había sido abusada por otro niño, porque le creo a cada mujer, porque le creo a cada lágrima que sueltan, porque abrazo aquel sentimiento de culpa que cargan miles de mujeres que son abusadas de todas las maneras de abuso posible por otro hombre desde su posición de poder.
Qué mínimo eres, Félix Salgado, para haber abusado de una mujer, qué poca cosa te sientes, qué poquita cosa eres y seguirás siendo, aun cuando seas Gobernador, serás el mismo hombre triste e infeliz que nadie amará, sólo te buscarán por tu poder y posición, y nada más. Porque un hombre que abusa de otra mujer no podría entender que pudiera llegar a ser amado por otra. Tristemente seguirás abusando de una y otra mujer muchas veces más, porque muchas ya no encuentran nada mejor en la vida, porque creen que es lo que hay, porque creen que así lo merecen y es normal.
Porque muchos hombres tan ignorantes y estúpidos como tú creen que el que una mujer sea amable es señal de seducción.
Pero afortunadamente hoy muchas sabemos que no, no merecemos ser tratadas así y que no, no es normal. Y tú, Félix Salgado Macedonio, me agrediste a mí también.
No somos una, somos todas. Y no pararemos de recordártelo ni a ti, ni a ningún otro hombre.
Lo sentimos, el formulario de comentarios se encuentra cerrado.