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Sosa Castelán, la impunidad viviente.

Sosa Castelán, la impunidad viviente.

 

 

Si eres de Hidalgo, con mucha seguridad te sonarán los apellidos Sosa Castelán. Y si acaso no, aquí te contamos brevemente algo respecto a esta familia de pillos que han dado muestras de que no solo basta con cortarle la cabeza a la serpiente, sino que es necesario acabar con ella en su totalidad para quitarle de tajo el deseo babeante de más dinero y más poder.

 

Gerardo Sosa Castelán fue detenido recientemente por la Fiscalía General de la República por presunto fraude fiscal y lavado de dinero. Gerardo tiene un amplio camino recorrido, desde su paso como joven estudiante y presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, hasta ser Rector de esta máxima casa de estudios. Y, por supuesto, también fue el líder del sindicato de trabajadores de esta alma mater.

 

Desde estas esferas de poder universitarias conformó el conocidísimo Grupo Universidad, en el que se rodeó de sus más allegados operadores. Desde esta plataforma controlaba no solo los destinos de la UAEH sino que incluso acariciaba el ámbito político hidalguense, pues impulsaba candidatos y, consecuentemente, influía en gobiernos. Pero el sueño de Gerardo nunca llegó: ser Gobernador. En el PRI no le dieron cabida así que, paulatina y hábilmente, comenzó a acercarse al grupo de Morena para adquirir espacios y, a la postre, reintentar la búsqueda de su anhelo.

 

Previo al arranque de las campañas mucho se habló en torno a candidaturas ligadas al grupo de Gerardo Sosa, aspiraciones que fueron impulsadas, dicen, a base de billetazos. Entre estas podemos destacar algunas: la de Marisol Ortega en el municipio de Tepeapulco, la de Pablo Vargas González en Pachuca, la de Susana Ángeles Quezada en Tizayuca (candidatura posiblemente en riesgo), la de Tatiana Ángeles Moreno en Actopan y la de Areli Maya en Mineral de la Reforma, aunque de modo reciente trascendió que Areli habría dejado la candidatura, esto derivado, presuntamente, de la detención de Gerardo Sosa. Y la joya de la corona es la candidatura de Óscar Sosa Castelán, a la alcaldía de Tulancingo. Cinismo puro.

 

Dice el refrán: cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Bien, pues los hermanos de Gerardo Sosa, Óscar Damián, el candidato, y Saúl Agustín, acudieron ante la autoridad para solicitar una suspensión provisional contra cualquier intento de detención. Agustín obtuvo su amparo en el juzgado tercero del estado de Hidalgo, mientras que a Óscar se lo obsequiaron en el Estado de México, igualmente, contra cualquier orden de aprehensión.

 

Plena y absoluta impunidad. Los principales operadores de Gerardo, sus hermanos, se han blindado frente a cualquier acción de la justicia. Seguramente argumentarán que se ampararon por presuntas amenazas y amagos, que temen por su vida, que la detención de su hermano fue arbitraria y por ello buscan protegerse.

 

Los victimarios buscarán convertirse en víctimas, pero la historia ya está escrita y la suerte está echada.

 

Estemos pendientes del actuar de la autoridad competente, porque es la real y cercana oportunidad de poner las cosas en su justo lugar, en donde siempre debieron estar. Justicia, no impunidad. No se puede permitir que la corrupción y el entramado de malas costumbres siga permeando en la sociedad hidalguense.

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